¿Por qué me arrastro a tus pies? ¿por qué me doy tanto a ti, y por qué no pido nunca nada a cambio para mi? ¿Por qué me quedo callada cuando me sabes herir con todos esos reproches que no merezco de ti? ¿Por qué en la cama doy vueltas, mientras tú finges dormir? Pero si quieres, yo te quiero, y no consigo fingir. Te has convertido en la punta que clava mis sentimientos, hasta el más triste de mis lamentos. Pero resulta que yo, sin ti no sé lo que hacer, a veces me desahogo, me desespero porque tú eres el grave problema, que yo no sé resolver, y acabo siempre en tus brazos cuando me quieres tener.
No hay comentarios:
Publicar un comentario