Nunca esperes nada de nadie, porque esperar siempre duele.

 Por mucho que quieras a una persona y confíes en ella siempre puede defraudarte cuando esperas algo de ella. A veces, es mejor no esperar nada de nadie y así cada vez que hagan algo por ti te sentirás especial, aunque sea una tontería, aunque sea la mayor tontería del mundo. Así puedes ser feliz con las pequeñas cosas que, al fin y al cabo, son las que forman nuestra vida, las que la hacen una vida completa,  las que hacen que nos sintamos llenos por dentro, que nos sintamos bien con nosotros mismos y con el resto del mundo; las que hacen que nos demos cuenta de la clase de persona que somos y que son los que nos rodean.