Suerte.

Te iba a escribir, sí, a  ti, a quien hace tanto que no escribo, porque sé que estarás mal. Te iba a decir que lo sentía y que fueras fuerte, porque aunque luces como tal, a veces por dentro te derrumbas. Porque sé que eres buena persona, aunque conmigo no lo fuiste. Porque nunca quise hacerte daño, y porque todo lo que hice fue por ti. Por tu bien, por el mio, y por el futuro también. No me importe que repudies estas palabras, que quizás ni leas, pues te las dedico de corazón. Pensé en intentar animarte a través de este corto texto. Porque fuiste importante. Y ahora sólo eres eso, pasado. Te mentiría si te dijera que en cierto modo no me alegro por lo que ya te dije, que otros brazos no serían como los míos, que aunque sonara mal de mis labios... Nadie te iba a amar como yo... Nadie soportaría tus cambios de humor, tus tal y cuál, pero en fin, la realidad es que me duele por ti, porque sé que a mi no me quisiste, y que en ella encontraste a quien querer de verdad... Pensé en desearte suerte, recordarte lo valiente que eres. ¿Pero sabes? No te lo mereces. Y no es que no quiera que estés bien, no es que no quiera hacerte saber que me apena que estés mal, como persona, sino que no te mereces apoyo de mi parte, porque yo nunca lo he tenido tras la fractura de la tuya.