Lo que no sabías es que al irte, te quedastes para siempre.

Me gustabas más cuando aparecías de la nada para sacarme esa sonrisa de niña enamorada e ilusionada que contaba las horas que faltaban para nuestro encuentro; cuando podíamos pasarnos horas y horas hablando de cosas sin sentido y que para muchos podrían ser infinitamente eternas pero para nosotros, eran apenas segundos que se escurrían por las yemas de los dedos; o cuando decías con tu tan peculiar forma de decir que me querías, que esperarías. Me gustabas más cuando me sabía a la perfección tus manías y horarios, cuando conocía tus días malos y buenos; cuando te enfadabas por cosas que yo consideraba absurdas pero para ti tenían más sentido. Me gustabas incluso más cuando nos peleábamos por vernos y la solución radicaba en decirnos "te echo de menos"; cuando hacíamos planes venideros con la ilusión certera de que algún día, cuando mis miedos se esfumasen, acabaríamos por cumplirlos. Me gustabas más cuando tu única misión del día consistía en mimarme; cuando soñábamos con amanecer enredados el uno en el otro y cuando habíamos imaginado vernos todas las películas posibles agarrados de la mano. Me gustabas más cuando repetías una y otra vez que "te encantaba" y yo, sin querer, te creía.