Muchas veces tenemos el problema de que el corazón no quiere admitir lo que tu mente ya sabe. Lo que quiero decir es que, yo aquel día, también estuve tentada a meterme debajo de las sábanas, llorar e hincharme a ansiolíticos. Pero por alguna extraña razón, decidí salir a la calle, y ¿sabes por qué? Porque sé que siempre que algo termina, algo mejor empieza.
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