No recuerdo el por qué le quería. Tampoco el por qué lloraba, ni por qué reía, ni por qué escribía, ni por qué cantaba. Son tan solo imágenes huecas, sueños aleatorios que se repiten en mi mente como si yo fuese aquel narrador omnipresente y omnisciente que todo lo ve y todo lo sabe, pero no participa. Sin embargo, la protagonista tiene mi cara.
Algo más triste, porque por aquel entonces no existías.
Vi muchas películas sobre amor y llegué a la conclusión de que el destino es una muy bonita invención para no sentirnos frágiles marionetas del tiempo y lo externo, pero de pronto llegaste y ya no sé ni si Dios existe o no.
Al fin y al cabo, eres como un ángel. Entonces debería plantearme la gilipollez esa del cielo.
Deberían haberme avisado de que un día de verano, en el que yo me sentiría estúpida y tendría la oportunidad de cometer un par de errores, ibas a llegar tú a arrasar con todo, a romper las ventanas, a ser agua en mi desierto. Si lo hubieran hecho, quizás no habría vivido estos años tan tristes.
Es recíproco. Lo es, lo sabes, lo sé, no hay nada que temer."
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