Aprende que la felicidad es un estilo de vida, no un estado emocional.

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miércoles, 8 de febrero de 2012

paulo coelho

Me gustaría contarte una pequeña historia:
Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el secreto de la felicidad.
Éste joven anduvo durante 40 días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña.
Allí vivía el sabio que buscaba. Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves, y una mesa repleta de los mas deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar 2 horas para que le atendiera. El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en ese momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio volviese 2horas más tarde. Pero quiero pedirte un favor, añadió el sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejó caer 2 gotas de aceite. Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida de que el aceite no se derrame. El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las 2 horas retorno a la presencia del sabio. ¿Qué tal? Pregunto el sabio. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el maestro de los jardineros tardo 10 años en crear? ¿Reparaste en los viejos pergaminos de mi biblioteca? El joven avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado. >Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo> dijo el sabio. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa. Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con el que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio le relato detalladamente todo lo que había visto. >¿Pero donde están las 2 gotas de aceite que te confié?>
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado. Pues este es el único consejo que puedo darte; le dijo el más sabio de los sabios. El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las gotas de aceite de la cuchara.


             

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